Dedicarnos al turismo rural  es mucho más que un trabajo o  una profesión. Para nosotros es una forma de vida,  que  aunque  nos ocupa casi todas las horas del día y requiere mucho trabajo, nos merece la pena. Estar en continuo contacto con la naturaleza y sentirnos parte de ella, tiene para nosotros un valor incalculable.

​

Andrés, es quien dedica todo su tiempo para que todo funcione. Y yo comparto este trabajo con mi otra profesión, que igualmente me apasiona y que me permite mantener un nexo de unión con la ciudad, pudiendo de este modo, vivir también mi parte más urbana. Contamos con la ayuda de nuestro hijo, Pablo, a quien tenemos la suerte de tener cerca y dispuesto a colaborar. El apoyo de los abuelos ha sido muy importante, sobre todo el de mi padre con el huerto. Y por supuesto  l@s amig@s, que nos regalan tiempo, compañía… y a veces también su trabajo.

​

Sin duda, nos sentimos afortunados por tener la posibilidad de recibir en nuestra casa a personas de todo el mundo, con la riqueza que esto conlleva, y por haber podido ubicarnos en este lugar tan especial, a la orilla del mar de montañas… y junto a este hermoso pueblo, Cabeza la Vaca, donde hemos encontrado amistad y gente estupenda que nos acoge cada día. 

​

Estar aquí nos permite convivir con nuestros animales y gozar de su compañía a todas horas: Hippi, Estrella, Congo, Dora, Ahram, Loba, Kepo, Griseta, Martina y las gallinas… Seres que despiertan mi pasión y ternura, y hacen que este lugar sea más precioso y humano.

​

Además de todo esto, Camino Beturia se nutre también, en gran medida, de la magia y energía de las personas que vienen a visitarnos, que llenan todo con su presencia y alma… Sin toda la gente que nos elige y viene a descubrir este lugar, nada sería igual, porque nuestra mayor satisfacción es poder compartirlo.

​

Carmen.